La plaza más importante de la ciudad es Piazza Garibaldi. En el pasado la llamaban Plaza Roja por el color del suelo original. En el centro de la plaza encontramos la indefectible estatua de bronce de Giuseppe Garibaldi, que hizo el artista Carlo Pozzi en 2011 para el 150 aniversario de la Unidad de Italia. El héroe de los dos mundos está representado en tamaño natural y está sentado en un banco semicircular de granito. Podemos notar que algunas partes de la estatua son muy lustrosas. Se dice que los que llegan a La Maddalena por primera vez deberían tocar la estatua si quieren soplar la fortuna.
¿Quién es Giuseppe Garibaldi?
Giuseppe Garibaldi nació en Niza en 1807 cuando los franceses habían ocupado la ciudad que formaba parte del Reino de Cerdeña. Llegó a La Maddalena como prisionero político en 1849, después de la insurrección que dio vida a la República Romana. En los primeros dos meses de permanencia involuntaria en el archipiélago entabló amistad con las familias de algunos marineros locales que había conocido durante sus peripecias alrededor del mundo. Estos afectos y la belleza del lugar lo empujaron a regresar a las islas después del exilio al cual fue condenado. Desde 1856 hasta 1882 se estableció en la isla de Caprera que veremos más tarde.
El Mercado Civico y el Municipio
Frente a la estatua está el Mercado cívico y el edificio del Municipio. Los dos surgen en el punto que una vez era conocido como Plaza de los olmos.
El edificio del Municipio se construyó entre 1903 y 1908. En los primeros años en la planta baja estaba también correos. En el edificio se guardan algunos preciosos objetos de la historia local: en uno de los despachos se guarda la bandera de Domenico Millelire, el héroe que en 1793 echó a los franceses. En el atrio encontramos una de las bombas lanzadas contra la ciudad durante el ataque de Napoleón. Siguiendo en el atrio, en la parte alta, podemos ver una lápida de mármol que, bien iluminada, cita una carta de Garibaldi de 1849 en la cual, antes de salir para el destierro, da gracias a la ciudad por la cálida acogida.
Desde Plaza Garibaldi, por el adyacente largo Matteotti, en pocos minutos se llega a la iglesia parroquial.